jueves, 24 de febrero de 2011

La polka (Fragmento del libro: "El Chamamé" de Rubén Pérez Bugallo)


La polka (Fragmento del libro: "El Chamamé" de Rubén Pérez Bugallo)


Fue una tarde de domingo a principios del año 1830, en Elbenitz, cerca de Praga. Fue en una reunión bueguesa en la que los señores se habían avenido a compartir un festejo particular junto con sus sirvientes. Y fue entonces que una joven aldeana oriunda de Hastelek decidió imprevistamente mostrar sus habilidades de bailarina, y haciendo gala de cierto atrayente desenfado ejecutó una danza de ritmo binario que, al menos para los patrones y sus amigos, resultó tan extraña como interesante. Un maestro de música que providencialmente (?) participaba de la reunión transcribió la melodía - no así el texto del canto con que la joven acompañó su baile- y anotó algunos detalles de la nueva coreografía, la que pronto hizo conocer en toda Elbeniz.El nombre del recopilador y difusor era José Neruda. El de la aldeana -la verdadera "inventora" de aquella danza- era Hanizca Syleak. Y el de la danza era pulku, voz derivada de la palabra checa pulka ("mitad"), que probablemente aludiera al "mediopaso" que le era característico. Pero Neruda modificó ligeramente esta denominación llamándola polku.
Hasta aquí la anécdota que circula entre musicólogos e historiadores de la música europea sobre el origen de una danza que allá por 1835 conquistaba la ciudad de Praga. Algunas versiones hablan de la nacionalidad austríaca de la bailarina y otras la dan como húngara, zíngara o gitana (lo que para algunos resulta, equivocadamente, sinónimo). Detalles no comprobados aparte, vamos a los datos históricos propiamente dichos.
La Banda del cuerpo "Los Buenos Tiradores de Praga" bajo la dirección del maestro Pergler introdujo este baile en Viena en 1839 con notable éxito. La novedad llegaba un año después al teatro Odeón de París, recibiendo allí el espaldarazo que le significaría su pronta diseminación hacia el resto de Europa y hacia América. También fue, al parecer, en Francia donde se la comenzó a llamar polka, nombre que haría historia.
Las contradanzas -que habían logrado mantener en Londres su foco de resistencia contra la mazurka- dejaron campo libre a la polka en 1844, año en el que también pasó de Londres a Nueva York. Pero antes de que esto ocurriera ya teníamos polkas en la campaña bonaerense. Fue precisamente un inglés -William mac Cann- quien en 1843 la vio bailar en el pueblo de Tandil junto al minué, el vals y algunas danzas de pareja suelta. Así nos lo hizo saber en su Viaje a caballo por las provincias argentinas, que apareció en 1867.
Para 1845 ya la polka es conocida en ambas márgenes del Plata, y en Buenos Aires se le reconoce carta de ciudadanía, rotulándosela "Polka nacional de salón". Desde Buenos Aires se expande por todo el país y ya para 1853 tenemos datos de su instalación en los salones correntinos. A los paraguayos les llega hacia 1855, traída aparentemente por Elisa Lynch -esposa del Mariscal Francisco Solano López- para amenizar sus veladas asuceñas. Allí se reune con la galop húngaro -luego llamado galopa- que ya estaba en Paraguay desde 1849, y presta sus figuras al london - danza inglesa que allá se llamaba "The London gentlewoman"- para producir el híbrido london karapé, que parece haber adquirido gran auge en las veladas danzantes del Palacio Nacional de Asusnción.
El modo de bailar la polka que recreó y difundió Neruda llevaba un paso característico en dos por cuatro consistente en una flexión hacia adentro de una pierna miesntras la otra realizaba un pequeño sobrepaso -el pulku- inclinando el cuerpo sobre la pierna flexionada. Con este paso se realizaban diez figuras diferentes, pero los salones europeos -donde fueron surgiendo formas derivadas como el ya mencionado galop, como la berlina, la redowa, el brincadeiro- la fueron simplificando, adoptando no más de cinco figuras: 1) El paseo de las parejas; 2) El giro, llamado por razones morfo-espaciales "vals", aunque no implicaba un paso ternario; 3) El vals propiamente dicho, con abrazo estrecho de la pareja y giros individuales de la misma sobre la pierna derecha; 4) El vals roulée o "arrollado" -en la pollera de la dama, recordemos-; y 5) El "paso bohemiano", cuya principal característica consistía en que en el segundo tiempo del segundo compás la pierna derecha no apoyaba de planta sino que ejecutaba un rápido rebote de taco y punta.
Lauro Ayestarán nos informa que para 1846 en la Banda Oriental el número de figuras había aumentado nuevamente, esta vez a seis. El maestro de danza Manuel Montero Calvo, por ejemplo, las promocionaba con estos sugerentes nombres: 1) "La estudiantina"; 2) "La graciosa"; 3) "La del elegante": 4) "La ingrata extranjera"; 5) "La Amalia" y 6) "La triple combinación del paso bohemiano" (Ayestarán, 1953: 499).
El furor polkero afectó a todos los ambientes, a todos los estratos sociales y a todas las demás especialidades bailables contemporáneas a la polka. Así surgieron híbridos como la polka-mazurka -tal el caso de "Flor de un día", compuesta en 1838-1901)- y la polka-habanera-como lo fue la que Joaquin Callado registró en Buenos Aires en 1878 con el nombre de "Querida por todos". Los lanceros admitieron un tramo polkeado y lo mismo ocurió con el gato.
La mención de la polka se hizo habitual en las conversaciones cotidianas y hasta ingresó profusamente al refranero popular. Nada extraño resulta entonces, que haya prestado su nombre a la danza más popular de las que se le habían anticipado: el fandango, en especial el fandango valsado, que refuerza gracias a la polka la atrayente particularidad de la pareja enlazada -que había adquirido del vals- y que pasa a ser rebautizado polka paraguaya sin perder sin perder su fidelidad musical a la antigua vertiente hispano-peruana, ya que conserva fundamentalmente el ritmo ternario, nuena parte del discurso melódico colonial y el acomplamiento del arpa y la guitarra rasgueada. En Corrientes su modificación más profunda se produce en el aspecto instrumental gracias al uso del acordeón. Este instrumento no sólo modifica su fisonomía en lo tímbrico sino que trae aparejada una mayor utilización de las tonalidades mayores en lo armónico y un mayor uso de los acordes desplegados -recurso típico del aerófono- en lo tímbrico.
En 1930, plegándose al auge de la música paraguaya en Buenos Aires, Diego Novillo Quiroga y Francisco Pracánico componen el tema "Corrientes potî" rotulándolo inicialmente polka correntina, aunque en realidad se trataba de una especie de tango en seis por ocho con letra en español y en guaraní. Samuel Aguayo -dicen que despectivamente- sugirió un cambio de rótulo: chamamé. Pero en realidad no estaba haciendo otra cosa que restituir a la especie el nombre que traía desde tiempos coloniales cuando la voz fandango se tradujo por un neologismo mestizo con valor de sinónimo.

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